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Entumecida

Encuentro que el único momento del día en el que puedo pensar de verdad es cuando camino. Muchas veces me doy cuenta de repente de que estoy hablando conmigo misma en voz alta e intento rápidamente disimular intentando que parezca que estoy simplemente tarareando una canción cualquiera. No sé por qué solo soy capaz de reflexionar en esos momentos. E intentado con otras opciones pero ninguna funciona nunca porque he conseguido alcanzar el punto en el que no pienso nada. Al principio era muy agobiante, era como estar a punto de explotar porque para mí la clave está en pensarlo todo a la vez. En pasar todos los temas que están tranquilos en la parte de atrás de mi cabeza hacia delante. Son demasiadas cosas y lo único que hacen es susurrar. Las cosas que dice cada una de ellas se mezclan con la de al lado y así hasta conseguir un susurro continuo que me impide prestarle atención a un tema en concreto. Mi cabeza está entumecida y yo con ella. Pero por alguna razón no soy capaz de hacer eso

Vuelta a casa

Ha pasado mucho tiempo. Mucho tiempo desde que no escribo y aún más desde que no escribo aquí. Era el tiempo en el que todo iba bien. Echaba de manos las teclas debajo de los dedos, echaba de manos el sonido que hacen, que acompaña a la música que siempre tengo puesta. Echaba de menos escribir y borrar y volver a escribir. Echaba de menos el miedo a que lo que escribo sea una porquería. Echaba de menos el riesgo que conlleva que ese hecho me de igual. Echaba de menos ser yo, echaba de menos esa parte de mi.  Lo más raro y lo mejor de esto, es que no importa lo que esté escribiendo; no importa si es una escena feliz, si es algo triste, si es un asesinato con sangre por todas partes, si es algo real. No importa todo eso porque mientras lo hago siempre sonrío. Me siento bien conmigo misma, me siento orgullosa de algún modo. Es muy difícil para mí sentirme orgullosa de lo que hago la mayoría del tiempo, esencialmente porque el 90% de lo que hago no es lo que quiero hacer de verdad. El 7

Vestirse

El otro día iba caminando por la calle con mi abuela, íbamos hablando tranquilamente después de haber merendado tortitas en la pastelería de siempre. Era sábado por la tarde, sobre las ocho o así. Llegamos a una de las calles principales de Oviedo y se hizo notable que era la hora a la que comenzaban a salir los adolescentes de unos dieciséis años. Se cruzaban con nosotras a menudo, todos en la misma dirección. El caso es que yo no me iba fijando demasiado, concentrada en la conversación; pero de repente al otro lado del semáforo en rojo ante el que estábamos paradas vi a un grupito de unas cinco o seis chicas y no pude evitar verlas. Fue rarísimo porque iban todas vestidas iguales. No es que se vistiesen todas con el mismo estilo o algo así. No. Iban todas vestidas iguales. El tiempo estaba bastante templado así que llevaban unos shorts vaqueros, camiseta oscura y chaqueta de piel negra que alguna que otra sujetaba en la mano. Todas calzadas con playeros tipo Converse. Y no me lo

Esta ciudad tímida del sol, a veces baila...

El título no es nada mío; es el principio de un poema de Laura Gómez Palma (lauragomezpalma.blogspot.com.), una escritora que descubrí hace poco y que me encanta. Hicimos un ejercicio el otro día que consistía en coger un libro de poesía e ir leyendo y cuando un verso y un par nos llamasen la atención debíamos seguir escribiendo lo que nos hubiese sugerido. Yo escogí el principio de un poema de esta escritora que se llamaba Ámsterdam. Esta ciudad tímida del sol a veces baila, y con ella todas las personas que pisan sus calles. Yo no soy menos. Me gusta que baile, me gusta ver como baila la gente con ella, me gusta que me contagie su ritmo. No es excesivamente bella, ni alegre; más bien todo lo contrario, pero en contadas ocasiones surge un acorde que la hace vibrar. La gente aquí es desgraciada casi todo el tiempo, temen cualquier nimiedad que al resto ni nos llamaría la atención; temen, en realidad, lo que puede esconder… la oscuridad que pueda desatarse y acabar con ellos. L

Año nuevo en Edimburgo

No es que me haya ido a Edimburgo ni nada (aunque sí me encantaría) sino que un día nos mandaron escribir una descripción de un lugar. Podía ser inventado o real y esto fue lo que salió. Pongo mi mano encima de la huella y veo que es un poco más pequeña. Ahora ya sé que J. K. Rowling tiene las manos algo más grandes que yo. No debería, pero me hace ilusión saberlo, me hace ilusión esa especie de conexión absurda. Pero lo que más ilusión me hace es saber que ella ha pisado estás calles. Es una gran idiotez y lo sé, pero no me importa porque estoy muy feliz de estar aquí. Edimburgo es una ciudad que me sobrecoge, más allá de la autora de Harry Potter claro. Solo hace un par de días que hemos llegado; me ha costado muchísimo convencer a mis amigos de que teníamos que venir aquí y no a Glasgow que es donde dicen que hay más fiesta. He estado insistiendo durante mucho tiempo para que al final lo único necesario fueran dos fotos. Una de la Royal Mile, calle que atraviesa toda la zona

Feliz Navidad!!

No me paso por aquí desde antes de navidades, así que todavía no os he felicitado. Sé que llego un poco tarde pero aun así: FELICES FIESTAS!! Están siendo unas navidades muy raras. Antes me dedicaba a pasar todo el día de acá para allá, entre familia, cenas, compras y demás y ahora lo único que hago es leer, estudiar de vez en cuando e intentar que se me quite el catarro para nochevieja. Espero que las vuestras estén siendo más divertidas. Feliz año nuevo a todos! PD: Lo que sí sigue siendo igual, es que no he dejado de ir al taller de escritura.

Monólogo interior de un asesino en serie

Bueno Mike, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Crees que lo ha visto? Seguramente sí. Tienes que hacer algo con el chico antes de que vaya por ahí contando a la policía lo que ha visto. No debería haber estado husmeando por aquí. Tendrás que pensar algo para él, seguro que al final resulta hasta divertido meterle a él en la ecuación. ¡¿Qué cojones pasa ahora?! ¿No puede estar ni media hora quietecita? Que ganas tengo de hacerle a esa puta todo lo que he planeado. Me encantaría follármela mientras le voy haciendo cortes por el pecho y el cuello, viendo como se desliza la sangre por su piel, los ojos llenos de rabia y pánico y los gritos ahogados contra mi mano posada en su boca haciéndola callar. Sentir como intenta cerrar las piernas inútilmente mientras me la tiro y sigo haciendo cortes. Será una pena no poder matarla en cuanto termine o incluso antes, pero la necesito viva unos nueve meses más. Joder Mike, para ya o no podrás contenerte. Tienes que esperar hasta saber que no tienen ni put